EL CIRUJA
Del libro "Cuentos para no contar el principio" Puso la rama de pino en el tarro de duraznos. La acomodó para que quedara firme en la arena. Después, sacó la bolsita que llevaba colgada del cinturón. La abrió con cuidado y comenzó a sacar los adornos. Los desparramó sobre el piso rústico de la casilla. Miró su arbolito de Navidad con cara de estudiar la situación, se dio cuenta de que era tarde y, presuroso, comenzó a colgarlos uno a uno. No podía olvidarse de nadie. Así que cuando su manito depositaba los perifollos en cada rama, repasaba mentalmente: Un paquete de cigarrillos box lleno de puchos para su papá. Una botellita de perfume que le había dado la Susi hace un tiempo, para su mamá. Para su hermano Pedro, la vieja y difícil figurita del negro Palma que tanto le había costado conseguir cambiándola por dos aceritos ganados en el torneo de bolitas. La del Tata Martino la encontró más fácil y se la colgó para Raulito, su leproso hermano menor. Para Raquelita, su hermana m