SECCION MICROCUENTOS
SIMBIOSIS
Encontró la moneda tirada en el parque. Vieja, oxidada, no se podía leer el año. Solo el sol mostraba el brillo de otrora. La recogió y la guardó en el bolsillo de la camisa. Pensó que era buena suerte. Subió al colectivo de siempre. Purgando la pena del trabajo ingrato en un viaje parado y apretujado. Por un momento le pareció que todos eran como los tallos de los ramos que se encajan en un jarrón. Apretados, sin poder moverse, estaban destinados a mirarse de frente hasta que los sacaran del envase mortuorio. La mina lo observaba fijo. Sus ojos clavados en los de él. Estaban como calcándose. Sus pechos contra su tórax. Las manos, pegadas, se apareaban en el pasamanos. No importaba la ropa. Sus pieles parecían conocerse de años. Sintió como los brazos que colgaban al costado de sus cuerpos, se rozaban envidiosos de sus pares. La moneda en el bolsillo, se iluminó de pronto. Como si el sol despertara de su sueño de mugre cotidiana. Se bajaron juntos también.
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