SECCIÓN CUENTOS DE LA NUEVA ÉPOCA
RAÍCES Se acercó con precaución. Esta nueva guerra lo había transformado en un experto en cautela. Se encontró frente al destruido edificio que hasta hace poco fuera el palacio sede de gobierno de Saddam Hussein. El uniforme lo ahogaba. Necesitaba descansar unos minutos. Los suficientes como para escribir unas líneas. Su columna se había dispersado en forma poco ortodoxa y estaba solo. La resistencia en Bagdag se hacía espesa, densa, cruenta. -“Tanto más cruenta que esta criminal invasión”- pensó Peter con dolor. Le dolía. Le dolía mucho. La herida en la pierna por esa maldita esquirla no le permitió avanzar más que unos pocos metros dentro del derruido salón de reuniones del alto mando del gobierno iraquí. Majed acomodó su extremidad sobre un banco y se recostó en el vistoso sillón aterciopelado. Pasó sus dedos sobre el apoyabrazos y pensó en Sayla. Su piel. Sentía su piel bajo las yemas. Que triste ironía. Ella estaba en Chicago, estudiando y él acá, en el infierno en que se había tr