"Curiosity killed the cat" (" La curiosidad mató al gato") (Programa del 19-8-12)
 "Sobre el planeta rojo –que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena" (Jorge Luis Borges, Prólogo de Crónicas marcianas) 

El 6 de agosto de este año, a las 2.30 hora argentina, el robot explorador más sofisticado hasta el momento, llamado Curiosity, llegó al cráter Gale del planeta Marte. En una misión que durará dos años, su objetivo más ambicioso será evaluar las condiciones del planeta rojo para albergar vida humana.
La frase de origen inglés: "curiosity killed the cat" (" la curiosidad mató al gato") empezó a usarse en el siglo XVI.  Originalmente se decía "care kills a cat"  ("el cuidado mató al gato"). (La excesiva cautela, la preocupación mató al gato) "Care" advertía de que preocuparse es malo para tu salud y puede llevarte demasiado pronto a la tumba; la frase es un reconocimiento de que los gatos son muy cautos y cuidadosos. Transcurrido el tiempo, la palabra "care" se convirtió en "curiosity".
Curiosos que somos los seres humanos, mal que le pese a los gatos que se cuidan y nosotros no tanto, allá estamos, pintándonos los pies con polvo rojo aunque más no sea a través de las patas metálicas del artefacto terrestre. "Estoy entero y a salvo en la superficie de Marte", publicó el robot en el blog de la NASA.
José María Eça de Queirós (1845-1900) novelista portugués, definía a la curiosidad como “el impulso humano que oscila entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América”
Mientras tanto, el fabuloso, por lo menos para mí, escritor Ray Bradbury, nos adelantaba allá por 1951, en su Crónicas marcianas (The Silver Locusts – Langostas de plata) todo lo que suponíamos, y no querríamos saber, sobre el cuarto planeta de nuestro sistema solar.
                 "Los cohetes vinieron como langostas y se posaron como enjambres envueltos en rosadas flores de humo. Y de los cohetes salieron deprisa los hombres armados de martillos, con las bocas orladas de clavos como animales feroces de dientes de acero, y dispuestos a dar a aquel mundo extraño una forma similar [...] En seis meses surgieron doce pueblos en el planeta [...] En total, unas noventa mil personas llegaron a Marte y otras más preparaban su partida..."
                Decía Don Albert Einstein:"No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”
Finalmente, somos más curiosos que el gato. Y no nos cuidamos como él. Y nuestro terruño sufre. Y llevamos nuestro descuido hacia el infinito, con patas metálicas y ojos fisgones.
Dice el poeta Frank Ruffino, "Náralit en su poema Curiosidad:

La curiosidad guió estos pies,
se dio a leer las migajas en el bosque
hacia la gruta de la bruja
que por poco me devora
y aún nadie logra
deshacer el hechizo…

Sin embargo con nuestra curiosidad mórbida, fijada con el entusiasmo y el miedo, según Aristóteles, en su Poética, “gozamos el contemplar de las imágenes más exactas de las cosas que vistas nos es dolorosa”. (Este aspecto de nuestra naturaleza se refiere a menudo como “el síndrome del accidente de tráfico” o “síndrome de Trainwreck”, derivado de la inhabilidad notoria de los transeúntes de no hacer caso de tales accidentes.) Aristóteles parte del supuesto de que en la tragedia la acción se desarrolla en un sentido hasta que en cierta forma el personaje comete un error que lo lleva a pasar “de la dicha al infortunio”. A este cambio de suerte en sentido contrario se le llama, la mayor parte de las veces, peripecia.
Lo avala Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) escritor y filósofo francés cuando dice: “La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo.”
¿Hasta dónde llevaremos nuestras desdichas por ser curiosos? ¿Cuántas peripecias seguirán devastando nuestros propios y ajenos mundos? ¿O quizás lo compensemos con nuestros descubrimientos científicos a través de serendipias y sacrificios?
“Aunque siga brillando la luna “es uno de los relatos más crueles del libro de Bradbury. Pone en palabras de Spender, protagonista de la historia, una visión completamente pesimista (pero real) acerca de la humanidad. El cuento trata diversos temas, desde religión hasta arte, en los cuales Spender demuestra cómo el ser humano se destruye a sí mismo por haber errado el camino, por no haber sabido detenerse a tiempo en su búsqueda de lo racional… Critica directamente a la sociedad, principalmente a la norteamericana, diciendo que, certeramente, arruinarían el planeta Rojo como lo han hecho con la Tierra. En la contratapa dice: "una humanidad que (...) sueña con reproducir en el planeta Rojo una sociedad de perritos calientes”…
¿Qué interpretación de la famosa frase sobre el gato nos llevará a sucumbir en nuestra propia telaraña de ambiciones?: el cuidado o la curiosidad.
Quizás la terminemos alabando a esta última como Rufino en su poema:

…Hay que darle siempre
las gracias a la curiosidad
por hijos y poemas,
por amigos y enemigos,
por esa lejana mujer de la noche
allá en el sur,
por da Vinci y Rimbaud,
por la nueva América
y las huellas en la Luna,
por otorgar a los piratas
el poder de los tesoros
que aún seguimos buscando.

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