LA SEDUCCIÓN
Del Libro "Cuentos para no contar el principio" Comencé por los dedos de sus pies. Me los imaginaba casi perfectos. Casi, porque hubiera preferido verlos sin ser mancillados por su función de apoyo; y sí en cambio, devaneando en forma etérea; gráciles y puros. Los acaricié sutilmente en forma imaginaria hasta el momento en que me detuve en sus piernas. Elevé la vista lentamente, para no perderme detalle alguno. Y mi ansiedad contenida, se transformó en serena contemplación de líneas perfectas, conformando una anatomía precisa, cual obra de Miguel Angel. Cerré mis ojos inútilmente. Ella seguía estando frente a mí; seduciéndome con su fresca piel, su luminosa armonía, su clara actitud desafiante en ese juego de dos: cuerpo y mirada. Y uniéndose al lúdico momento, el pincel derramando policromía sobre un paño que no oponía resistencia ante la inminencia de lo irreversible; donde la pureza de su virginal textura blanca se rendía, minuto a minuto, ante la fotográfica imagen